Los mundos al revés

Vivimos en un mundo en el que es más importante dedicarle todo el día al trabajo que a nuestros hijos, familias, seres queridos, o a ¡NOSOTROS MISMOS! Hemos llegado a un punto en el que se respeta y comprende que cada uno se sienta realizado a través de metas materiales y en muchos casos ajenas. “Lo primero es lo primero” (o sea el trabajo, el dinero…) y si queda tiempo… mejor miremos la tele (así no pensamos).

Vivimos en un mundo en el que es más importante dedicarle todo el día al trabajo que a nuestros hijos, familias, seres queridos, o a ¡NOSOTROS MISMOS!
Hemos llegado a un punto en el que se respeta y comprende que cada uno se sienta realizado a través de metas materiales y en muchos casos ajenas. “Lo primero es lo primero” (o sea el trabajo, el dinero…) y si queda tiempo… mejor miremos la tele (así no pensamos).

Es así, yo soy la primera que me dejo llevar por la rutina, pero no me sirve y no me conformo.

Hemos llegado a un punto en el que no nos atrevemos a soñar, porque no tenemos tiempo, y dejamos espacio para nuestras almas, sólo en el recreo, porque nos queda más cómodo.

Si nos duele algo tomamos rápidamente un pastilla, porque mejor no averiguar que produce el dolor, que es lo que hay en nuestras vidas que nos molesta, que no encaja, que reclama atención…

Yo creo que vivimos en un mundo al revés, que no está bien, que podríamos apretar el botón de pausa en nuestras vidas y decidir que nos hace felices, en quien queremos invertir nuestro tiempo realmente, cuáles son nuestras ilusiones y nuestros sueños y permitirnos explorarlos (aunque sea para decidir que nos equivocamos y que volvemos a empezar).

Creo que deberíamos vivir en un mundo en el que aceptemos que somos seres especiales, con capacidades excepcionales. Cuando lo sintamos será.

Los Registros Akáshicos nos ayudan a recordar y a redescubrir nuestro verdadero yo, en nuestro interior, enfocándonos en lo esencial, dejando las falsedades a un lado.

Creo que cada uno debería construir ese mundo al revés y a la medida (no todos deben ser iguales), en el que las sincronías son posibles y las casualidades nos construyen esa realidad perfecta, en la que dejamos que el universo acomode los pequeños detalles de forma más eficiente, permitiéndonos vivir de forma más intuitiva y plena.

Un mundo al revés en el que primero enseñemos a nuestros niños (empezando por nosotros mismos) a ser felices y a confiar en sus sueños…

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